Add parallel Print Page Options

Así está mi casa junto a Dios,
pues ha sellado conmigo una alianza eterna,
estipulada al detalle y respetada.
Él me da la victoria completa
y cumple todos mis deseos.
Pero los malhechores son como cardos arrancados
que nadie recoge con sus manos:
cuando alguien quiere tocarlos,
utiliza un hierro o el asta de una lanza
para quemarlos allí mismo con fuego.

Read full chapter